Los
Eneagramistas son, en general, un conjunto bueno para la introspección. La
mayoría de nosotros parece haber encontrado el sistema en medio de una búsqueda
de auto-conocimiento y nos quedamos enganchados porque encontramos que la
descripción de nuestro Eneatipo refleja con exactitud quienes somos. Luego, por
supuesto, vamos en búsqueda de las descripciones de los que nos rodean en las
páginas de los libros de Eneagrama, pero es la descripción de “mi” la que
realmente nos atrapa.
Sin
embargo, desafortunadamente este tipo de auto-imagen --dirigida por el
“conócete a ti mismo” del oráculo y el dicho de Platón de que no vale la pena
vivir una vida no examinada—puede no tener fin para algunas personas y la
tentación de mirarse el ombligo se convierte en un canto de sirenas.
Quizás
Platón tiene algo de culpa con su narración de la analogía del cochero de
Socrates.
Representando
la parte racional de la psique, el cochero conduce dos caballos--uno
representando el impulso de la moral positiva y el otro representando nuestros
deseos más básicos. El trabajo del cochero es “conocerse a si mismo” y manejar sus emociones. Una bonita
analogía, pero una que sabemos que está errada.
David
Hume se dio cuenta de esto hace mucho tiempo, señalando que por lo general nos
mueven nuestras pasiones y usamos la razón para justificar nuestros impulsos en vez de dirigirlos. La ciencia actual apoya la visión de Hume. Por ejemplo,
la obra maestra de Daniel Kahneman sobre los sesgos cognitivos, “Pensando
Rápido y Lento” (Thinking Fast and Slow), describe una larga lista de defectos
en nuestra capacidad para razonar. "Strangers
to Ourselves" de Timothy Wilson muestra que nuestra habilidad de
“conocernos a nosotros mismos” verdaderamente es en realidad bastante limitada.
Kahneman sugiere que el estudio de los sesgos cognitivos puede ser una ayuda en
su superación, aunque rápidamente admite que también es víctima de ellos.
Wilson expone sobre el valor de obtener una retroalimentación de otros en lugar
de apoyarnos en nuestras propias percepciones de cómo nos esta yendo en las
relaciones e interacciones con los demás.
Los
que reflexionan mucho sobre sí mismos y dan mucho valor a la experiencia
subjetiva como árbitro de todo lo correcto y verdadero se incomodan con las
advertencias de gente como Kahneman y Wilson. Ellos prefieren contar con la (a
menudo ingenua) intuición y sus estados emocionales subjetivos para ayudarles a
entenderse a sí mismos y a otros. Otros, por supuesto, toman el otro
enfoque—desestimando lo subjetivo y declarando contar con lo que creen son
formas absolutamente objetivas de entender el mundo. La verdad es que como la
mayoría de las dicotomías, esta elección forzada en una falsa elección.
Necesitamos tanto lo subjetivo como lo objetivo; necesitamos mirar hacia dentro
y hacia fuera.
La
ironía es que mirando hacia a fuera en realidad podemos fortalecer las
capacidades subjetivas.
Recientemente
me topé con un video. "The Power of Outrospection," (El Poder de
la Extrospección) que lo explica muy bien. El Filósofo Roman Krznaric ha
acuñado el término “extrospección”, el acto de mirar hacia afuera contando
primero con la empatía cognitiva como una herramienta para desarrollar una
empatía mas afectiva. La lección principal del video, para mí, es que si
queremos realmente aprender a empatizar con otros tenemos que pasar menos
tiempo mirando hacia dentro y más tiempo
mirando hacia fuera, buscando entender a los demás objetivamente en vez de
simplemente proyectar nuestro ser subjetivo hacia otros. No hay mejor
herramienta para esto que el Eneagrama, que desde luego, nos sirve como un
recordatorio constante de que las personas son diferentes a nosotros y que si esperamos
que respondan a la vida de la manera que lo hacemos nosotros estaremos
constantemente decepcionados e insatisfechos. La ironía es que seremos más
felices cuando comprendamos mejor a los demás en vez de obsesionarnos sobre
nuestras propias necesidades y deseos y de lo que nos hará sentir contentos;
que encontramos nuestro verdadero ser cuando entendemos y tenemos empatía por
los demás. Mientras mejor entendamos cómo la gente es diferente a nosotros
(tienen diferentes estilos de personalidad, como mínimo), mejor entendemos que
son muy parecidos a nosotros (luchan tanto como nosotros con el comportamiento
condicionado influenciado por nuestro Eneatipo).
Un
personaje en una novela de Jerzy Kozinski que leí hace muchos años fue a una
peluquería por un corte de pelo. Cuando pidió que lo movieran para que su silla
quedara mirando hacia la ventana, el estilista dijo “La mayoría de las personas
quieren mirarse al espejo.” El personaje contestó, “ Yo ya sé cómo me veo;
Prefiero mirar hacia fuera.”
Muchos
buscadores de la verdad se beneficiarían de esta actitud, combinada con el
compromiso de Spinoza de hacer un “incesante esfuerzo de no ridiculizar, no
lamentar, no desdeñar las acciones humanas, sino entenderlas.” Tomate un
descanso de mirar hacia dentro por un tiempo y mira por la ventana. Pronto te
darás cuenta de que lo que realmente estás viendo es a ti mismo.
1 comentario:
Al leer este post, me hace sentido la frase de George Box: "todos los modelos están equivocados, pero algunos son más útiles que otros". Para mí el Eneagrama es el más completo, pero no es una panacea.
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