jueves, 10 de enero de 2013

¡Cuidado!

por Mario Sikora


Los Eneagramistas son, en general, un conjunto bueno para la introspección. La mayoría de nosotros parece haber encontrado el sistema en medio de una búsqueda de auto-conocimiento y nos quedamos enganchados porque encontramos que la descripción de nuestro Eneatipo refleja con exactitud quienes somos. Luego, por supuesto, vamos en búsqueda de las descripciones de los que nos rodean en las páginas de los libros de Eneagrama, pero es la descripción de “mi” la que realmente nos atrapa.

Sin embargo, desafortunadamente este tipo de auto-imagen --dirigida por el “conócete a ti mismo” del oráculo y el dicho de Platón de que no vale la pena vivir una vida no examinada—puede no tener fin para algunas personas y la tentación de mirarse el ombligo se convierte en un canto de sirenas.

Quizás Platón tiene algo de culpa con su narración de la analogía del cochero de Socrates.
Representando la parte racional de la psique, el cochero conduce dos caballos--uno representando el impulso de la moral positiva y el otro representando nuestros deseos más básicos. El trabajo del cochero es “conocerse a si mismo” y manejar sus emociones. Una bonita analogía, pero una que sabemos que está errada.

David Hume se dio cuenta de esto hace mucho tiempo, señalando que por lo general nos mueven nuestras pasiones y usamos la razón para justificar nuestros impulsos en vez de dirigirlos. La ciencia actual apoya la visión de Hume. Por ejemplo, la obra maestra de Daniel Kahneman sobre los sesgos cognitivos, “Pensando Rápido y Lento” (Thinking Fast and Slow), describe una larga lista de defectos en nuestra capacidad para razonar.  "Strangers to Ourselves" de Timothy Wilson muestra que nuestra habilidad de “conocernos a nosotros mismos” verdaderamente es en realidad bastante limitada. Kahneman sugiere que el estudio de los sesgos cognitivos puede ser una ayuda en su superación, aunque rápidamente admite que también es víctima de ellos. Wilson expone sobre el valor de obtener una retroalimentación de otros en lugar de apoyarnos en nuestras propias percepciones de cómo nos esta yendo en las relaciones e interacciones con los demás.

Los que reflexionan mucho sobre sí mismos y dan mucho valor a la experiencia subjetiva como árbitro de todo lo correcto y verdadero se incomodan con las advertencias de gente como Kahneman y Wilson. Ellos prefieren contar con la (a menudo ingenua) intuición y sus estados emocionales subjetivos para ayudarles a entenderse a sí mismos y a otros. Otros, por supuesto, toman el otro enfoque—desestimando lo subjetivo y declarando contar con lo que creen son formas absolutamente objetivas de entender el mundo. La verdad es que como la mayoría de las dicotomías, esta elección forzada en una falsa elección. Necesitamos tanto lo subjetivo como lo objetivo; necesitamos mirar hacia dentro y hacia fuera.

La ironía es que mirando hacia a fuera en realidad podemos fortalecer las capacidades subjetivas.

Recientemente me topé con un video. "The Power of Outrospection," (El Poder de la Extrospección) que lo explica muy bien. El Filósofo Roman Krznaric ha acuñado el término “extrospección”, el acto de mirar hacia afuera contando primero con la empatía cognitiva como una herramienta para desarrollar una empatía mas afectiva. La lección principal del video, para mí, es que si queremos realmente aprender a empatizar con otros tenemos que pasar menos tiempo mirando hacia dentro  y más tiempo mirando hacia fuera, buscando entender a los demás objetivamente en vez de simplemente proyectar nuestro ser subjetivo hacia otros. No hay mejor herramienta para esto que el Eneagrama, que desde luego, nos sirve como un recordatorio constante de que las personas son diferentes a nosotros y que si esperamos que respondan a la vida de la manera que lo hacemos nosotros estaremos constantemente decepcionados e insatisfechos. La ironía es que seremos más felices cuando comprendamos mejor a los demás en vez de obsesionarnos sobre nuestras propias necesidades y deseos y de lo que nos hará sentir contentos; que encontramos nuestro verdadero ser cuando entendemos y tenemos empatía por los demás. Mientras mejor entendamos cómo la gente es diferente a nosotros (tienen diferentes estilos de personalidad, como mínimo), mejor entendemos que son muy parecidos a nosotros (luchan tanto como nosotros con el comportamiento condicionado influenciado por nuestro Eneatipo).

Un personaje en una novela de Jerzy Kozinski que leí hace muchos años fue a una peluquería por un corte de pelo. Cuando pidió que lo movieran para que su silla quedara mirando hacia la ventana, el estilista dijo “La mayoría de las personas quieren mirarse al espejo.” El personaje contestó, “ Yo ya sé cómo me veo; Prefiero mirar hacia fuera.”

Muchos buscadores de la verdad se beneficiarían de esta actitud, combinada con el compromiso de Spinoza de hacer un “incesante esfuerzo de no ridiculizar, no lamentar, no desdeñar las acciones humanas, sino entenderlas.” Tomate un descanso de mirar hacia dentro por un tiempo y mira por la ventana. Pronto te darás cuenta de que lo que realmente estás viendo es a ti mismo.

1 comentario:

Ignacio Jaramillo dijo...

Al leer este post, me hace sentido la frase de George Box: "todos los modelos están equivocados, pero algunos son más útiles que otros". Para mí el Eneagrama es el más completo, pero no es una panacea.